PRIMERA PARTE: LOS ANTECEDENTES DE LA GUERRA
Guión: Roy Thomas
Lápiz: Miguel Sepúlveda
Tinta: Jason Martin
Color: Arthur Fujiwara
Editorial: Panini cómics. Clásicos ilustrados Marvel
INTRODUCCIÓN: NOCIONES DE LA
HISTORIA DE TROYA EN LA LITERATURA CLÁSICA
Si
hay historias que pueden considerarse imperecederas, que, pase el tiempo que
pase, sigue teniendo la misma fuerza y aceptación por el público, es sin duda
la historia cantada por Homero sobre la Guerra de Troya. Enfrentamiento entre
los aqueos –reinos micénicos que habitaban en Grecia hacia el S.XIII a.C.- y
los troyanos –emplazados en el estrecho de Dardanelos, Asia Menor-. Que haya un
Homero o varios, el momento de puesta en escrito de estos cantos, o si los
hechos narrados son ciertos o no –todo englobado en la llamada cuestión
homérica-, los dejaremos a un lado, porque si habláramos de ello se llenarían
páginas y páginas sobre ello.
En
mi opinión, es una idea magnífica, a la par que peligrosa, realizar un cómic
sobre una obra tan clásica como puede ser la historia de Troya: magnífica
porque de esa forma se puede transmitir a más gente, hacerlo más accesible si
cabe, y que la gente pueda leerlo y tener una idea de ello; sin embargo, hay
que tener cuidado con lo que se lee, pues no todo tiene que ser cierto ni mucho
menos –así pasó con la producción cinematográfica de Troya-, y es necesario
mencionar los errores, o los detalles falsos, para evitar que las personas
puedan creer que la guerra de Troya es así de
verdad. Los tópicos son muchos, aquellos que han hecho esta obra tienen un
conocimiento de ella, se percibe, pero hay ciertos aspectos que no son ciertos
del todo, o es preciso comentar.
Restos de las murallas de Troya. La Troya de Homero es el nivel VII A |
Como
bien explica en el principio, la Ilíada
es, por así decirlo, la “base” de toda la historia, la que más se conoce, y a
partir de la cual se fueron añadiendo cantos, se explicaban cosas sobre la
guerra, antes y después de ella, como los nóstoi
o cantos de aquellos que regresaban después de la guerra, o el mito de la
manzana de oro, que es el antecedente más antiguo de la guerra –y que aparece
en este cómic-. Pero la Ilíada solo
relata algunos de los últimos días del décimo año de la guerra, comienza in medias res, sin contar lo anterior ni
tampoco el final de la guerra –el famoso caballo no aparece, es un relato que
se añadió posteriormente-. Por eso, en el prólogo se decidió –y con muy buen
tino-, que se tomaban como referencia muchos otros relatos, aparte de la Ilíada, que se deben tener en mente a la
hora de la lectura.
RESUMEN DE LOS ACONTECIMIENTOS
Es
la explicación de por qué se produce la guerra de Troya, según el mito, donde
los dioses intervienen a voluntad en la vida de los mortales, interactúan con
ellos, y siempre buscan sus fines, sin importarles si causan el caos o no en la
vida de los mortales.
La
historia se retrotrae muchísimos años atrás, hasta la boda de Peleo con Tetis, nereida,
una de las cincuenta diosas de Nereo, diosa del mar. Según la mitología –que esboza
un poco en el cómic-, Zeus pretendía casarse con ella, al igual que su hermano
Posidón, pero según una predicción realizada por Temis, el hijo que naciera de
ella sería superior a su padre. Estos dioses, horrorizados por ello, decidieron
cesar en su empeño y Zeus, para protegerse de futuros rivales en el trono del
Olimpo –como hizo él, que destronó a su padre Cronos, al igual que hizo este
para destronar a su padre-, hizo que esta diosa se casara con Peleo, un noble
micénico de Tesalia, para que su hijo fuera superior a los hombres pero no a
los dioses. De esta unión nace Aquiles, que participará en la guerra de Troya. Pero
la unión de esta boda con Troya no acaba ahí: todos los dioses fueron
invitados, menos Eris, la diosa de la discordia; esta, claramente enfadada
porque la rechazaran en una celebración en la que participaban todos los dioses,
se presentó y envió una manzana que rezaba en su superficie “para la más bella”.
Boda de Tetis y Peleo, el antecedente de la guerra de Troya |
Tres
diosas se disputaron aquella manzana: Hera, Atenea y Afrodita, respectivamente
la diosa del matrimonio –hermana y esposa de Zeus-, diosa de la astucia
guerrera e hija de Zeus -la única que nació de un dolor de cabeza, ya armada,
después de que Zeus se tragara a Temis-, y Afrodita, divinidad del amor y de la
belleza –y relacionada posteriormente con los troyanos en la figura de Eneas,
hijo de Anquises y la diosa, que será el futuro fundador de los antecesores de
los romanos-. Exigían un juez para el premio, y Zeus, que denegó serlo porque
la ira de las perdedoras recaería sobre él, lo delegó en Paris, hijo de Príamo
y Hécuba, reyes de Troya.
Las tres diosas, Hera, Atenea y Afrodita, de izquierda a derecha, disputándose la manzana de Eris |
Aparecen
ante Paris, que era en ese momento no un príncipe de Troya, sino un sencillo
pastor de la región de Frigia. Sus padres lo abandonaron en el campo –lo menciona
el cómic-porque, antes de su nacimiento, Hécuba tuvo una visión de que salía fuego
de su vientre, donde se encontraba el niño, y tomándolo como la ruina de Troya,
enviaron a Agelao que lo abandonara en el monte Ida, pero este se apiadó de él
y decidió criarlo –en el cómic se esboza que lo enviaron directamente a que lo
cuidara Agelao-. Creció como un pastor más, pero claramente destacó rápidamente
sobre los demás, pues era un príncipe. Es en este momento, cuando aparecieron
ante él las tres diosas, llevadas por Hermes, y le explicaron que tenía que
decidir cuál de ellas era la más hermosa. Obviamente, las diosas no se quedaron
calladas, sino que intentaron que la balanza se girara a su favor,
proponiéndole todo tipo de dones: Hera le prometió riquezas, siendo el señor de
toda Asia; Atenea le dispondría como el primer general de todos los ejércitos;
y Afrodita le prometió matrimonio con la mujer más bella del mundo, Helena de
Esparta, que había nacido de la unión de Zeus –transformado en cisne-, y Leda,
siendo hermana de Clitemnestra –esposa de Agamenón-, y de Cástor y Pólux –los dioscuros-.
Las promeas de las diosas a Paris |
Es
curioso añadir –no está en el cómic-, que Paris no fue el único en raptarla,
sino que antes, cuando era más joven y ya era conocida por su belleza, fue
raptada por Teseo y Pirítoo, que buscaban una mujer con la que casarse. El primero
tomó a Helena, y el segundo quería como esposa a Perséfone, la mujer de Hades. Mientras
estuvieron en el Inframundo, sus hermanos los Dioscuros la liberaron y la
llevaron de nuevo a Esparta.
Volviendo
a la historia que nos atañe, Paris decidió sin dudarlo a Afrodita como la más
bella, mientras que las otras diosas, enfadadas por la decisión, no dudaron en
planear una venganza sobre los troyanos y sobre Paris. Mencionan de forma muy
breve la historia de Helena, de cómo acabó casándose con Menelao –hay muchas
versiones, pero han escogido aquella en la que ella misma tuvo el poder de
decidir quién sería su esposo- mientras que se obligó a los demás jurar que
apoyarían al pretendiente elegido frente a futuras afrentas o disputas por
Helena.
Paris
fue aceptado de nuevo en Troya, con todos los honores como príncipe que era,
después de que sus padres lo reconocieran y lo aceptaran de nuevo a su lado. Afrodita,
en sueños, le dice que hiciera un barco para partir a Esparta, donde se
encontraba la mujer de sus sueños. Estando allí, Helena también se enamoró de
él, por los influjos de Afrodita, y se la llevó a Troya, junto con otros
regalos de su propio anfitrión. Menelao, cuando se enteró, usó el juramento que
el padre de Helena, Tindáreo, les había hecho pactar a todos los pretendientes –convencidos
por Odiseo, a cambio de recibir a Penélope como esposa-, y se reunieron para
alzar las armas contra los troyanos por la afrenta. Aquí también se toma una de
las muchas versiones del mito, en la que Odiseo era conocedor de su destino si
iba a Troya, pero al final le convencieron de ello, pues era ya famoso por su
astucia –que necesitarían para la guerra-, y Penélope, que no le agradaba nada
que su marido se fuera, ya presagia la soledad que sufriría durante muchos
años.
Helena y Menelao. Alrededor todos los antiguos pretendientes |
Finalmente,
tenían que reclutar a Aquiles, pues según el sacerdote Calcas no podrían ganar
sin él. Hijo de Tetis y Peleo, su madre inmortal quería que su hijo compartiera
la inmortalidad como ella, por lo que lo sumergió en el río Estigia,
agarrándolo por el talón –de ahí el dicho del talón de Aquiles que tanto
empleamos-, siendo su único punto débil. Pero su madre, que conocía el destino
de su hijo si iba a la guerra, por lo que lo envió disfrazado de mujer a la
corte del rey Esciro, pero Odiseo el astuto supo hacer salir a Aquiles de su
disfraz: lanzó una serie de regalos a las mujeres, y entre ellos una espada y
un escudos, siendo solo aquella mujer que eligiera ese regalo Aquiles. Así se
destapó su paradero, y le convencieron de partir a la guerra, de tal forma que,
movido por los deseos de gloria y fama que prometía la guerra, partió con
ellos. Reunió a sus guerreros, los mirmidones, un pueblo situado en Tesalia,
siendo su rey Peleo, y por ello relacionados con Aquiles.
El
final de esta parte se muestra una afrenta que realiza Agamenón a la diosa
Artemisa, diciendo que es mejor que ella cazando –Artemisa es la diosa virgen
de la caza-, por lo que la diosa, enfadada por ello, impide que sus barcos
zarpen hacia Troya. Calcas el sacerdote dice que solo pueden partir si Agamenón
hace un sacrificio propicio para aplacar la ira de la diosa: tiene que
sacrificar a su propia hija, Ifigenia, si quiere ir a la guerra.
Afrenta de Agamenón hacia Artemisa -a la derecha-. |
ANÁLISIS DE ASPECTOS GENERALES
Hay
que mencionar la mezcla que hacen en esta parte de los diferentes relatos que
giran en torno de la historia de Troya, donde su caída ya se puede atisbar
desde las mismas bodas de Tetis y Peleo, siendo muy del gusto griego predecir
la desgracia de alguien o algo desde su mismo nacimiento –por la idea de que el
destino es inexorable, por mucho que hagas no puedes evitarlo, solo retrasarlo-.
Por ello, parece que no tiene nada que ver las bodas de la diosa, el juicio de
la manzana, o por qué Aquiles se disfraza de mujer; todo en realidad tiene una
finalidad muy clara, se sabe ya el final y el desencadenamiento de los
acontecimientos, por lo que todo acaba hilándose a la perfección. Se debe
pensar en los aedos, como los juglares de la Edad Media, que a través de una
historia base, se van hilando otras, para rellenar la principal, tratando
aspectos que no aparecen en esa base. Lo mismo pasa en la Ilíada y la historia de la guerra de Troya.
El
tratamiento de los dioses es más que aceptable, pues el concepto de las
divinidades como seres eternos –que no inmortales-, que se inmiscuyen en la
vida de los mortales además de ser totalmente humanos: siente rencor e ira,
como Atenea y Hera cuando pierden en la competición por “la más bella”, los
engaños que hacen para conseguir sus fines, los castigos que imponen a los
hombres por hacerles burla o creerse mejores que ellos –en el caso de Agamenón
y Artemisa-, o los sueños, momento que los dioses toman para relatar lo que
deben hacer los mortales para que el destino, de esa forma, se cumpla, o hagan
lo que ellos quieran para sus propios fines. Es un concepto muy distinto al que
hoy en día, quizá, podamos tener de la “divinidad”, pero que en la Antigua
Grecia era así, y se plasma bastante bien.
Es
curiosa la forma en la que se plasma a Atenea, armada con lanza –el arma por
antonomasia en el ejército griego-, así como una coraza plateada y un casco de
tipo corintio con penacho. Un detalle que no se ha empleado en esta diosa, o
que todas ellas tengas cabellos claros, incluso rubios, quizá como concepto de
belleza en la actualidad pero no en la antigüedad: los griegos consideraban
bárbaros aquellos que tenían los ojos y cabellos claros, pues ellos son un
pueblo del Mediterráneo, lo normal era ser de cabellos y ojos oscuros; por eso,
resulta chocante que los griegos pudieran concebir que sus dioses fueran como
ellos consideraban a los bárbaros –todo aquel que no era griego-. La forma en
la que se presenta Zeus, que me recuerda mucho al Zeus del God of War, como un
hombre entrado ya en añor, por la luenga barba y el pelo blanquecino, con un
bastón que está rematado con un águila, símbolo por excelencia de Zeus. Hermes es
representado con el caduceo, las sandalias aladas y el casco también alado, un
arquetipo de cómo es este dios, apareciendo así en muchísimas obras, tanto en
escultura como en pintura. Debo señalar además la forma de representar a Eris –que
casi me imaginaba así a Hécate, pero no a Eris-, como una especie de “bruja”,
cubierta con un manto azulado, incluso aparentando ser algo mayor que los demás
dioses, portando un báculo y con la manzana dorada.
La
aparición de los barcos ya como los trirremes de época posterior es un
anacronismo que se repite a lo largo de esta primera parte, y hay que tener en
cuenta que nos encontramos en la época micénica, no en la griega; los símbolos
heráldicos, como la lambda que aparece en las velas o en los escudos de los
soldados de Menelao son otro anacronismo: no es que existieran o no símbolos de
este tipo, simplemente que no existían las letras griegas que hoy en día
conocemos –usaban el lineal B como mucho-.
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