martes, 30 de septiembre de 2014

Aníbal


La novela Aníbal de Gisbert Haefs la recomiendo por varios motivos para ser el libro del mes de septiembre.




El primero de ellos es la forma en la que está escrito, que lo hace ameno y bastante fácil de seguir, alternando descripciones minuciosas de todos los lugares que aparecen durante el relato, de sitios tan dispares y lejanos como Iberia, Cartago, Alejandría o los campos itálicos en la llanura de Cannas, con una narrativa de acciones nada simple y que te mantiene enganchado al hilo de los acontecimientos.


Busto de Aníbal Barca

A primera vista el título puede resultar engañoso pues, aunque el resumen ya indica que va a tratar de la vida de Aníbal desde el punto de vista del meteco y banquero Antígono, amigo personal del general, no trata sólo de él sino que engloba bastantes más acontecimientos históricos que la segunda guerra púnica, remontándose al final de la primera guerra púnica o también llamada siciliana por los púnicos, con un joven Amílcar como brillante estratega que salva a la ciudad de Cartago de una terrible guerra contra mercenarios a la vez que tiene que hacer frente a las excesivas cifras que Roma pide como indemnizaciones de guerra. De forma hilada y lógica explica como Cartago para poder hace frente a la gran multa impuesta por Roma busca nuevos horizontes comerciales con el triunfo de la sección bárquida en el senado cartaginés, con aires expansionistas a tierras íberas. Allí encuentran un vergel tanto económico como militar para contratar a sus tan preciados mercenarios; ya que el ejército cartaginés dependía en gran medida de contratar mercenarios. Con el tiempo Roma fija un tratado con Cartago para frenar su expansión por Iberia, el famoso tratado del Ebro, que obligaba a que Cartago no propasase la línea divisoria del río con propósitos militares.

Escena de una de las batallas campales de las guerras púnicas

Pero había una ciudad independiente de Cartago por debajo de esa línea divisoria, la conocida Sagunto, que tiempo después de la firma del tratado se acogió al protectorado romano. Este hecho y sus ataques a aliados cartagineses en tierras hispanas supusieron una de las mayores guerras de la antigüedad, la segunda guerra púnica, que durante 18 años hizo enfrentarse a las dos mayores potencias del mediterráneo, una con deseo de aplastar definitivamente a la otra y alcanzar la hegemonía completa, y la otra con un ánimo revanchista por la anterior derrota y sus desastrosas consecuencias. Esta guerra es más conocida como la Guerra de Aníbal, ya que fue al que el senado cartaginés dio el mando absoluto en cuanto a lo táctico se refiere para ganar la guerra, guerra que el general púnico llevaba preparando al menos dos años antes de la toma de Sagunto, enviando a exploradores a las Galias y a ver los viables pasos por los que cruzar los Alpes, hazaña que lo hizo famoso más allá de su brillante genio militar.

Final de una gran batalla, posiblemente Cannas.

Además de la segunda guerra púnica se cuentan muchos más acontecimientos, llegando hasta el final de la vida de Aníbal, aunque los últimos años de su vida son contados de manera muy rápida.

En mi caso esta novela me ha gustado e interesado mucho porque me llama la atención este período de la historia antigua así como las batallas de Aníbal; Trebia, el lago Trasimeno y la conocidísima Cannas. Pero además, después de leerlo, deja la impresión de englobar en gran medida el ambiente de la sociedad de esa época en la ciudad de Cartago, ciudad que competía en grandeza con Alejandría. Con la excusa de usar al banquero comerciante Antígono el autor también nos presenta los ambientes de ciudades egipcias como Alejandría o de las colonias fundadas por los Barca, con Amílcar Barca como líder de la expedición originaria a Iberia y padre de la llamada “camada del león”: Aníbal, Asdrúbal y Magón, los tres generales púnicos de gran importancia, pero de los que sólo uno logró igualar o incluso superar a su padre.

Desde un aspecto militar el libro cumple de manera correcta, ya que reproduce con realismo histórico las batallas más famosas de esta guerra púnica, como son las batallas de Trebia, el lago Trasimeno, Cannas y Zama, así como los enfrentamientos menores en esos 18 años de guerra; pero también narra los hechos ocurridos durante la Guerra Inexpiable, acaecida justo después de la primera guerra púnica cuando los mercenarios se volvieron contra sus contratantes púnicos, y además contaron con la ayuda del reino independiente númida y sus famosos jinetes, que tan grandes victorias dieron luego a Aníbal.


Busto de Publio Cornelio Escipión el Africano

En mi opinión, cuando un libro es interesante y bueno, no tienes ganas de que se acabe y cuanto más grande mejor, y en este caso, se cumple al ser un libro de un tamaño considerable. Este autor además ha escrito de otros personajes históricos como Alejandro Magno.

Lo recomiendo por su capacidad de introducirte en otra época tan lejana como es el Siglo II-III A.C., con su habilidad para describir lugares, costumbres y comidas de aquella época, además de crear un hilo conductor continuo durante décadas a la historia sin que flaquee en ningún punto; las únicas pegas que podría ponerle son un principio algo pesado de leer en el que se presenta a Antígono cuando está a punto de empezar a escribir su historia y la de Aníbal, Amílcar y de Cartago en definitiva durante las primera y segunda guerras púnicas, y el otro momento sería el final, que, si bienes un buen punto y final a la historia, desarrolla de manera muy concisa, bien podría haberle dedicado más páginas al destino de Aníbal tras su exilio de Cartago, si bien las propias fuentes bibliográficas cesan de escribir sobre él de manera tan profusa como durante la Segunda Guerra púnica.

A modo de curiosidad, este libro añade entre sus páginas en algún momento del libro la famosa escena en la que Escipión y Aníbal, ya envejecidos, se encontraron y el romano preguntó al cartaginés quién fue el mejor general de la historia, a lo que Aníbal contestó que Alejandro Magno, seguido de Pirro y por último a él mismo; aunque a la pregunta de Escipión de dónde se colocaría si no hubiese sido derrotado y la guerra hubiese sido ganada, respondió que él mismo sería el mejor. También añade un buen complemento al libro como es un glosario de término, así como un editorial posterior en el que calcula en términos actuales la deuda que Cartago hubo de asumir tanto en la primera como en la segunda guerra púnica, en millones de pesetas, lo cual no deja de ser un cálculo orientativo que sirve aún más para ver las estrictas condiciones que puso Roma como precio a sus intentos de conquista y expansión.

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